martes, 28 de mayo de 2013

El vampiro en el cine (una aproximación).

El artículo que os ofrezco a continuación ya lo he publicado en cuantos blogs he tenido y en cuentas páginas se me ha dado la oportunidad, pero no me resisto a volver a hacerlo, ya que es el texto que más alegrías como juntaletras me ha dado.
Entre otras cosas, ha sido seleccionado para ser publicado en la web de la Biblioteca Virtual Miguel De Cervantes, y, gracias a él, me han llamado incluso de programas de radio para entrevistarme como experto en materia vampírica.
Los que os atreváis a leer el ensayo completo (gracias de antemano) notaréis que solo llega hasta finales del siglo pasado (literalmente) y esto se debe a que el artículo fue escrito originalmente en el año 2000.
Me planteé ampliarlo pero se dan dos circunstancias:
1-Mi afición por el tema ha ido decayendo a lo largo de estos 12 años que han pasado desde la redacción del texto original, si bien es cierto que en la época en la que escribí esto, más que afición lo que tenía era verdadera obsesión. Así pues, fenómenos recientes como True Blood, Let me in o Crepúsculo , o bien no me han interesado demasiado (primer y tercer ejemplo) o bien son una rara avis (Déjame entrar) que quedaría como un pegote en el conjunto de lo ya redactado.
2-No quiero desvirtuar el original con nuevo texto, ya que creo que se notaría demasiado.
Disfrutadlo, si os es posible.
El vampiro en el cine (una aproximación).
No cabe duda de que el tema que en estas líneas paso a tratar, ha sido objeto de múltiples y sesudas (o no tanto) conjeturas, ensayos, tratados, artículos, reportajes y demás. Asimismo, podría nombrar fácilmente dos o tres libros sobre el tema que, dado lo exhaustivo de su contenido, hacen innecesaria toda aproximación posterior al mito. Entonces surge una pregunta inevitable: ¿Por qué? ¿Es necesario un nuevo estudio/ensayo acerca del mito del vampiro cinematográfico? No, ciertamente no lo es. Al menos, yo no me creo en la posesión de conocimientos tales que hagan de esta obra algo estrictamente necesario. Sin embargo, la pasión, principal motor de este estudio, es más fuerte en este caso que la razón.
El que se acerque a estas líneas con ciertos conocimientos acerca del tema, no debe esperar encontrar en ellas nada fuera de lo común, aunque quizá algunos datos aquí ofrecidos le resulten de cierto interés.
Esta obra ve la luz tras intensivas investigaciones sobre el tema, y bebe de las fuentes mejor documentadas que el autor ha podido encontrar. Fuentes que serán debidamente reseñadas en la bibliografía.
El presente trabajo va dirigido al neófito, al lego en la materia, y, sobre todo, al que comienza de alguna forma a apasionarse por el devenir fílmico de tan subyugante ser. Y por qué no, al público en general.
No pretendo más que ofrecer, como bien dice el título de este ensayo, una aproximación al cine de vampiros, uno de los subgéneros más importantes dentro del más importante, a su vez, de los subgéneros cinematográficos, como es el cine de terror.
Esperando, cuando menos agradar y entretener, les invito ya, sin más dilación, a viajar en el tiempo en compañía de una de las leyendas con más raigambre en la historia del hombre, capturada por uno de los más fascinantes inventos del ser humano.
 Los primeros pasos
Sin ánimo de ahondar demasiado en las raíces históricas del mito, y a título meramente informativo, cabe decir que la idea del vampiro como ser reviniente de la tumba que vuelve de entre los muertos para atormentar a los vivos, nace en la Europa central de entre los siglos XV y XVII y nace con unas características tanto físicas como de comportamiento muy distantes de la imagen que hoy en día tenemos del vampiro, pues en tanto en aquellos tiempos se trataba de un ser repugnante y temible, hoy en día la imagen que de él se tiene es mucho más refinada, asociándole al aristócrata elegante que perpetuaran Bela LugosiChristopher Lee, e incluso al seductor ultraterreno encarnado por Tom Cruise. Es por esto por lo que creo que merece mencionarse el hecho de que el cine, en sus cien años de historia, ha hecho evolucionar la imagen del mito mucho más que las leyendas que corrieron de boca en boca durante los cuatrocientos años precedentes.
Pero vayamos a los primeros y balbuceantes (aunque mudos) pasos del monstruo en el celuloide.
En las filmografías vampíricas, se suelen colocar, con bastante poco acierto, títulos comoVampires of the Coast (1909), Vampires of the Night (1914) The vampire´s clutch (1914) como los inicios del vampirismo en el cine. La verdad es muy otra, pues a pesar de que estos largo o cortometrajes llevan la palabra “vampiro” en su título, suelen hacer mención a la acepción que las “femmes fatales” reciben, hablando así de“vampiresas”, mujeres prototipo de devoradoras de hombres. A pesar de que en 1913 un cortometraje inglés titulado The Vampire nos cuenta la historia de una mujer-vampiro que devora a dos hombres en la India, no es hasta 1922 que el primer film importante acerca del mito de los no-muertos ve la luz.
A screenshot of the 1922 film, Nosferatu. Thou...
Estoy hablando de Nosferatu, eine symphonie des Grauens, película alemana dirigida por F.W. Murnau. La película es en realidad una versión libre y no autorizada de la novela Drácula escrita por el irlandés Abraham Stoker en 1897.
A fin de evitar el pago de los derechos de autor, la productora Prana Films, y el equipo creativo de la película, decidieron con excesiva inocencia, cambiar el nombre y las localizaciones originales de la novela, con la sana intención de que nadie se diese cuenta. Así, Drácula fue rebautizado como Orlock, y la acción pasó de transcurrir en la Inglaterra victoriana a la Alemania de la época. Sin embargo, la jugada les salió mal, y por mediación de Florence Stoker, viuda del autor de la novela, fueron destruidas la mayor parte de las copias que se conservaban de este film, al punto de considerarlo desaparecido hasta hace relativamente pocos años. Lo que Murnaudeja para la posteridad en esta película, es un inquietante relato visual a medio camino entre lo onírico y, directamente, la pesadilla, con un estilo visual tremendamente impactante, que aun hoy puede poner los pelos de punta a más de un curtido espectador de cine de terror. Pero ante todo, Nosferatu es, junto a títulos como El Gabinete del doctor Caligari, de Robert Wienne, punto de referencia a la hora de hablar de lo que se dio en llamar el expresionismo alemán de los años 20.
Tras la obra de Murnau, se suceden diversos films de temática más o menos vampírica, de los que sólo destacaré London After Midnight, dirigida por el genial Tod Browning en 1927, e interpretada por el no menos genial Lon Chaney Sr. Y si destaco este film no es por sus virtudes ni por su defectos, sino porque simplemente no existe (de alguna manera se perdieron todas las copias en su día) y los cinéfilos nos hemos quedado sin la posibilidad de contemplar el trabajo de dos cúlmenes del fantástico como fueron y aún son, Chaney y Browning. No obstante, cuatro años después, el mismo Browning filmaría la primera versión autorizada del Drácula de Stoker.
Es entonces, cuando en 1931 un desconocido actor húngaro llamadoBela Lugosi
English: A screenshot from Dracula Italiano: U...
(nacido como Béla Blasko), hizo, sin proponérselo, historia. A Lugosi y aBrowning les debemos el que hoy en día se siga representando al vampiro con su impresionante capa negra y el que se le vea como a un aristócrata refinado, de buenos modales, seductor y de imponente planta. La película como tal, no reúne tantos valores cinematográficos como muchos le pretenden atribuir, aunque desde luego nos ha legado escenas absolutamente memorables que pervivirán en la memoria de los amantes del buen cine, y sobre todo, un mito de Hollywood: Bela Lugosi.
Cabe decir también que la fidelidad del film a la obra original de Stoker era absolutamente nula, hecho que vendría siendo habitual en las posteriores adaptaciones a la pantalla del conde transilvano. Esta situación viene dada por el hecho de que tanto esta película como muchas de las siguientes, eran una adaptación de una obra de teatro que a su vez adaptaba el texto original de Stoker, con lo que, al no beber directamente de la fuente, se desvirtuaba a la misma.
Esta película dio el pistoletazo de salida de lo que se dio en llamar la “edad dorada”
Frankenstein
del cine de terror, auspiciada en su mayor parte por la productora Universal, que dio luz verde a proyectos tan notables y memorables comoFrankenstein, 1931 de James Whale, o su secuela, The bride of Frankenstein (la novia de Frankenstein), 1935, considerada una de las 10 mejores películas de todos los tiempos. Sin embargo, la calidad de la producción de películas de terror fue cayendo poco a poco, y eso es algo que notaría también el mito del vampiro.
A la película de Browning le sucedieron otros filmes, decididamente menores, como The vampire bat (Majestic, 1933), Condemned to live (Invincible, 1935) o inclusoMark Of the Vampire, película rodada en el seno de la MGM en la que el propioLugosi se autoparodiaba recreando a un falso vampiro.
Hubo que esperar hasta 1936 para que la Universal se decidiera a montar una especie de continuación de Drácula, donde de paso, se eliminaba definitivamente al conde: La hija de Drácula (Dracula´s Daughter, Lambert Hilliert). Poco más que decir acerca de este film en un estudio tan pretendidamente breve como es este, puesto que aparte de su condición de rareza, poco aporta al espectador.
 A partir de aquí, y hasta bien pasados unos años, títulos como El hijo de Drácula (Son of Dracula, 1943), La Zíngara y los Monstruos (House of Frankenstein, Erle C. Kenton, 1944) o la paradigmática (por triste) Abbot y Costello meets Frankenstein (1948), convierten al personaje de Drácula en una mera sombra jocosa de sí mismo, a pesar de contar con actores tan destacables como John Carradine. En lo tocante a producciones acerca de otros vampiros que no fueran el conde, nos encontramos con dispersas muestras de cine vampírico a lo largo y ancho del mundo entero, que no merecen más mención, al ser prácticamente imposibles de recuperar para su visionado, e incluso en ocasiones es difícil verificar su existencia.
Los años Hammer.
El progresivo declive del cine de terror, y el cierto desinterés que este venía provocando en los espectadores norteamericanos, pusieron en bandeja la compra a bajo precio de los derechos de los monstruos míticos del sello Universal (Drácula, Frankenstein, el Hombre Lobo, La Momia…) por parte de la productora inglesaHammer, que con más talento que presupuesto, reflotó todos los mitos, y los redescubrió para una nueva generación de espectadores, ávidos de emociones más fuertes, argumentos más agresivos y escenas más sanguinolentas. Pero el mito que salió más favorecido de todos fue el de Drácula, gracias a la vigorosa visión del cine fantástico del director Terence Fisher, y, sobre todo, a las espléndidas interpretaciones de Christopher Lee como el conde y de Peter Cushing como su archienemigo, el cazador de vampiros Van Helsing.
 La primera película del ciclo Hammer, Drácula, dirigida por Terence Fisher en 1958, en palabras de Fernando Savater
[...]definió escrupulosamente el código del vampiro, sentando más o menos las bases del género, que los cineastas seguirán con mayor o menor fidelidad en las siguientes dos décadas.
Completamente alejada de la visión ofrecida por el tándem Browning-Lugosi, el Drácula deFisher se muestra agresivo y sensual, característica esta última explotada por la productora inglesa hasta la saciedad, y que acabaría de otorgar al vampiro su condición de seductor de ultratumba.
 La sangre al fin se muestra en todo su vigoroso colorido, la violencia se convierte en algo explícito, y la maestría de Fisher con la cámara no deja lugar a dudar de que se está ante uno de los mayores genios del cine fantástico.
 La Hammer define en este film su manera de hacer terror, basada en enormes escenarios góticos, chillones contrastes luminosos con el predominio claro del rojo, y la inquietante sensación que produce el introducir en un ambiente a priori normal, elementos desestabilizadores que son los que realmente provocan el terror en el espectador.
 No me resisto a pasar por alto en este punto la importancia ya destacada de la figura deChristopher Lee en la trascendencia de las producciones Hammer (tanto con Drácula como sin él), transcribiendo unas palabras que le dedicó, de nuevo  el filósofo Fernando Savater:
Christopher Lee es capaz de hacer vibrar su tamaño con una energía peligrosa y hasta demoníaca, como si por muy tieso que fuese siempre hubiera algo agazapado en él. [...] su vampiro es impecable. El Drácula deBela Lugosi es civilizado, y por lo tanto vicioso: podemos oler su corrupción cada vez que aparece en escena por debajo de la colonia cara que sin duda utiliza. En cambio, el vampiro de Christopher Lee es un espectro noble y elemental hasta en el crimen, con un aire desesperadamente juvenil del que carecía Lugosi, salvaje y feroz, sin duda, pero humanizado por la más redentora de las aflicciones: la imborrable melancolía de que la vida no sea sino un simulacro de vida
 Y es que el vampiro de Lee dejaría tal huella que hasta el día de hoy nadie se ha atrevido ni por un instante a disputarle el título de “señor de los vampiros”, que comparte, más por nostalgia que por buen hacer, con el mismísimo Lugosi.
 La Hammer llegaría a producir ocho películas sobre Drácula, siete de las cuales contaron con la presencia de Christopher Lee, más otras dos que no lo hicieron (es el caso de “Las novias de Drácula”, en la que Drácula no aparece por lado alguno y de “Kung-Fu contra los siete vampiros de oro” en la que aparece brevemente un conde de opereta que sería mejor olvidar). Asimismo, Lee encarnó al Conde en unas cuantas ocasiones más, entre ellas en la película española “El conde Drácula”, dirigida en 1969 por Jesús Franco, y que se autoerigía en la más fiel adaptación de la novela de Stoker jamás filmada.
 Monopolizados los años 60 por las películas de laHammer, esta comienza a principios de los años 70 a dar evidentes muestras de fatiga, cayendo en picado (como vemos que es tristemente habitual) y llegando a convertir, por poner un ejemplo, al conde en un agente inmobiliario metido en asuntos de drogas y sectas satánicas en el Londres de 1970, en la inclasificable The satanic rites of Dracula (Los ritos satánicos de Drácula, 1972). La fábrica de ideas macabras más fascinante de los últimos años, entonaba su canto del cisne y desaparecía sin pena ni gloria. Sólo el paso del tiempo puso a la Hammer y a sus películas, directores y actores en el lugar que siempre merecieron.
Los últimos tiempos
Los años 70 y 80 fueron especialmente duros para el mito del vampiro en la gran pantalla (por no hablar de sus compañeros el Hombre-Lobo, Frankenstein y demás, que directamente fueron liquidados) que sobrevivió gracias a subproductos y a películas con mejores intenciones que resultados, y que no se vio beneficiado de ningún éxito de taquilla durante aproximadamente veinte años.
En los años setenta, podemos destacar algunas curiosidades y unos relativos éxitos de taquilla.
Entre las primeras se encontrarían las interminables películas eróticas o directamente pornográficas, que usaban al vampiro y a su afición por “chupar” como pretexto para llegar a los fines por todos conocidos, o en un plano aparte, películas como “Blácula” dirigida en 1972 porWilliam Crain, y que pertenecía a la efímera moda de la llamada“blackxplotation” que consistía en“afroamericanizar” los mitos blancos para deleite de la comunidad negra estadounidense, entre la que este film en concreto tuvo un gran éxito. Otra saga de relativo (subrayemos lo de relativo) éxito en los Estados Unidos fue la protagonizada por elConde Yorga, personaje del que en nuestro país hemos podido saber algo a través de concienzudas investigaciones en los más apergaminados libros y revistas y que aquí no tuvo, como tantos otros fenómenos exclusivos de los EE.UU. la menor repercusión. Otra curiosidad, que nadie se atreve muy bien a calificar, estando divididas las opiniones entre quienes la consideran una obra maestra y quienes simplemente piensan que es un bodrio mayúsculo es la película «Nosferatu, vampiro de la noche», dirigida en 1979 por el alemán Werner Herzog y protagonizada por Klaus Kinski, y que no es sino un remake de la película de Murnau de 1922. Y en el segundo apartado de los anteriormente mencionados (los relativos éxitos de taquilla), destacar una nueva revisitación del mito del conde Drácula dirigida en 1979 por John Badham, película que, de nuevo, no es ni mucho menos fiel al original de Stoker y que deja bastante indiferente al espectador, al tratarse de una película correcta sin más.
Los setenta, por lo demás, transcurrirán entre producciones en las que hay más LSD que vampiros, como por ejemplo las producciones de la factoría Warhol o los increíbles delirios visuales y argumentales del español Jesús Franco, y otras en las que el vampiro es un mero vehículo para el erotismo, como las películas de Jean Rollin.
Hay que dar un salto hasta 1983 para encontrarse con el film de Tonny Scott The Hunger (El ansia), en la que el papel protagonista es para Catherine Deneuve, lo que no deja de ser una novedad dentro del género. La película, con una ambientación cuidada y unas escenas de terror francamente logradas, expone al vampiro como un enfermo que contagia su mal a través de la sangre y del sexo.
Otro salto más, esta vez para situarnos en 1986 con el director Joel Schumacher y su película The Lost Boys (Jóvenes Ocultos), acertada mezcla de comedia y terror vampírico respetuosa con el mito, y destinada a un público devorador de palomitas y con pocas exigencias cinematográficas. No obstante, la película no deja de aportar detalles interesantes, como lo puedan ser la visión que ofrece del vampiro, convirtiéndolo en un rebelde sin causa del más allá o la excelente interpretación de Kiefer Sutherland, como cabecilla de la pandilla de vampiros-moteros.
Y ahora pasamos directamente a la década de los 90, en la que el mito parece que resurgió de sus supuestas cenizas a través de sendas películas:
Bram Stoker´s Drácula (Drácula de Bram Stoker), dirigida en 1992 por Francis Ford Coppola, proponía, una vez más, la adaptación definitiva de la archinombrada novela, autodesmintiéndose desde la primera escena, en la que Drácula se nos propone como un cruzado de la cristiandad que se rebela ante su dios al descubrir que sus enemigos, los turcos han acabado con su amada Elizabetha, siendo esta rebelión el desencadenante de su condena a vagar eternamente como un vampiro.
Es así como la película se convierte en una improbable historia de amor, en la que el vampiro busca redimir sus pecados a través del mismo, y se permite incluso soltar alguna que otra lágrima. Y es aquí donde, después de años (siglos incluso) de arquetipo vampírico, este es radicalmente rescrito.
Como el propio Coppola reconoció, las novelas de la escritora estadounidense Anne Rice, tuvieron un peso específico a la hora de tomar la decisión de humanizar a su Drácula. Rice con su novela “Interview with The Vampire (Confesiones de un vampiro)”, y con las continuaciones de una trilogía que a la hora de escribir estas líneas va por el sexto volumen, redefinió el mito del vampiro como nadie antes había logrado hacerlo. Por primera vez el vampiro, el ser corrupto por antonomasia, el hijo de Lucifer, lloraba, reía y disfrutaba de los placeres de la no-vida. Se humanizaba, acercándole bastante más al concepto de superhéroe propuesto por la editorial de comics Marvel que al deNosferatu.
Sea como fuere, las novelas de Rice tuvieron un impacto tremendo en la idiosincrasia del mito, que salpicó a muchos de sus contemporáneos, tanto en el plano literario como en el cinematográfico, y que por supuesto, tuvieron su plasmación fílmica en 1994 de la mano deNeil Jordan en Interview with the Vampire (Entrevista con el vampiro),película que tan solo parecía prometer un desfile de guapísimos galanes de Hollywood(Brad Pitt, Tom Cruise o Antonio Banderas) y que acabó dando bastante más, como por ejemplo la posibilidad, antes remota, de tomarse en serio a Cruise como actor. La película fue un auténtico éxito de taquilla (como la deCoppola), y con el paso del tiempo, va ganando adeptos que han sabido ver el buen hacer deJordan y que han visto más allá de la melena lacia y las miradas lánguidas de un Pitt que no está del todo mal en su papel, habida cuenta que en el original literario, su personaje comienza siendo el protagonista de las Crónicas Vampíricas, y acaba por ser un personaje secundario en favor del mucho más jugosoLestat, por cierto, el segundo vampiro más “importante” de la imaginería del género, después del excelentísimo señor conde.
El resto… tan confuso como lo fueron los mismos años noventa. Desde vampiros gamberros y pistoleros, herederos quizá de los jóvenes ocultos de Schumacher de “From Dusk ‘Till Dawn (Abierto hasta el amanecer)”, dirigida en 1996 por Robert Rodríguez,pasando por los vampiros drogadictos de “The Addiction” de Abel Ferrara, o las más recientes y exitosas “Blade”, protagonizada por Wesley Snipes, junto a su reciente segunda parte, y la particular visión del mito que nos dejó el genio del género John Carpenter en su Vampires de 1998.
Conclusión
Las películas, autores y demás datos reflejados en el presente trabajo, han sido extraídos de diversas filmografías contrastadas y de probada solvencia, como queda reflejado en la bibliografía que cierra el presente texto, y que está a la entera disposición de quien quiera profundizar más en este tema y en temas adyacentes, excepción hecha de ciertas revistas, ya desaparecidas y convertidas en pieza de coleccionista, que tan solo están a disposición de quienes en su día se tomaron la molestia de adquirirlas. En el ensayo que tiene entre sus manos, vienen reflejadas todas las películas que de una u otra forma marcaron un hito en la evolución del vampiro dentro del celuloide, y que se podrían calificar de visionado imprescindible para acercarse al mito por primera vez. Cintas como, por ejemplo, Batman Fights Dracula, rodada en Filipinas en 1968 u otras similares no aparecen reflejadas en el presente repaso porque a fecha de hoy, se desconocen más datos acerca de ellas que su mera mención en ciertas filmografías algún que otro affiche, y cabe preguntarse con cierta lógica, tras las investigaciones realizadas, si esas cintas de verdad llegaron a rodarse, y , de se asi, si sobrevive alguna copia, o se colaron de alguna forma en las listas de películas del género, perpetuándose a través de quienes se limitan a copiar sin contrastar.
Destacar también el hecho de que la mayor parte de las películas omitidas pertenecen a filmografías “exóticas” como la asiática, mercados de muy difícil acceso, y en cuyos archivos suele reinar el desorden más absoluto, por lo que me he circunscrito al cine occidental cosa lógica por otra parte si tenemos en cuenta que el mito del que se trata es el nacido en laEuropa Central.
En resumen, he tratado de escribir la historia más completa acerca del arquetipo vampírico tal y como lo conocemos dentro del cine, respetando los márgenes formales que me había propuesto, sin caer en la mera exposición de datos inconexos.

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